Nuevos jugadores asomándose al tablero. Mientras ya se habla del MultiVerso con una eventual presencia virtual de personas en el uso de las oficinas de planta, una generación de industrias tecnológicas parece estar imponiéndose en el mercado comercial más desarrollado. Son las denominadas Big tech, que a base de innovación y falta de regulaciones, se manejan desde los limbos legales generando gran rentabilidad para sus arcas y popularidad entre los usuarios particulares y empresariales. En este artículo de Oi Real Estate bajaremos al llano del auge Big tech y las compararemos con la banca tradicional, hoy por hoy amenazada.
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Big tech y su irrupción al mercado comercial
En el mundo comercial a gran escala, las compañías suelen asomar a la popularidad previamente establecidas en su circuito; y habiendo sorteado ya las tribulaciones legales que implican imponerse desde la nada hasta el éxito. Sin embargo, una nueva generación de industrias actuales ha logrado saltar a la palestra en tiempos record, imponiéndose y volviéndose cada vez más fuertes, contra todo pronóstico. Hablamos de las Big tech y su auge sin techo predecible.
Los índices en rentabilidad de estas compañías conformantes del colectivo Big tech, son estremecedores y sujetos a estudios por parte de la industria comercial tradicional de todos los sectores. Los analistas opinan que el impacto de estos nuevos actores en la industria todavía puede considerarse como moderado; no obstante, si tomamos en cuenta movimientos concretos, existen excepciones sobresalientes. Entre ellos, el avance de empresas capaces de brindar servicios financieros, fundamentalmente en economías emergentes.
Nuevas estrellas en el firmamento financiero
Así es como compañías (basadas en todo tipo de capitales privados) capaces de ofrecer financiación a través de sus tarjetas de crédito prepagas o variantes del ecommerce propiamente dicho, se han convertido en las nuevas estrellas. Esto aplicó en un principio a los países con alto mercado laboral no registrado, cuyos trabajadores encontraron en ellas una manera de acceder al sistema; pero ya puede comprobarse cómo a través de estos formatos financieros la Big tech ha logrado introducirse en las sociedades capitalistas más desarrolladas del mundo. La rentabilidad de estas empresas, en más ocasiones de las deseadas por el establishment financiero, supera con creces las de las bancas tradicionales, punto a punto, mes a mes.
¿Representa el auge Big tech una amenaza real a las entidades bancarias más prestigiosas e instaladas desde hace décadas en mundo? ¿Es una moda pasajera que no podrá resistir la mínima regulación?
Pero… ¿Qué es la Big tech, puntualmente?
Por si no lo sabías, lo repasaremos aquí. Su definición misma nos cuenta de qué se trata. La Big tech es un flamante conjunto de compañías referenciadas siempre y sin excepción en las grandes y más avanzadas tecnologías. Encontramos en sus mayores referentes a empresas como Google, Apple, Amazon y Facebook. Es sabido que estas compañías han logrado una escalada tal que se han transformado en universos propios, con sus sistemas y vías lácteas de herramientas tecnológicas, empresas y micro empresas orbitando en su interior. Dando ganancias. Hoy día, podríamos afirmar que la Big tech está afianzada en todo el globo.
¿Sus características principales? Pues radican en no jugar bajo las reglas convencionales del mercado y evitar ser captadas por gran parte de las regulaciones vigentes, respecto a impuestos, monopolios comerciales, etc. ¿Fundamentan en este último punto su ventaja y crecimiento?
Por fuera de las regulaciones
Quienes se han detenido a revisar exhaustivamente el comportamiento de las denominadas Big tech sostienen que es muy probable. Las mega compañías alrededor del mundo hace algunos años vienen previendo este suceso y la falta de competitividad en el mercado comercial. Se trata de empresas avocadas al consumo masivo y a permanentes y colosales movimientos de dinero, que sin embargo logran mantenerse por fuera del marco escrito en el ABC capitalista. Todo un fenómeno.
La Unión Europea, por su parte, ya no sabe cómo contener a sus Cámaras Reguladoras, que a pedido de sus empresas (de las llamadas “convencionales”) busca colocar en igualdad de situación a las Big tech. No obstante, el debate permanece abierto y con las compañías tecnológicas funcionando dentro del sistema. La ralentización en aplicar regulaciones a esta modalidad de empresas, no se da puntualmente al interrogante sobre si es correcto regular al Big tech; sino a si monstruos del mercado como Google deberían ser alcanzados por las regulaciones comerciales estándar, o si es necesario la creación de una nuevas, exclusivamente para corporaciones de este tipo.
El auge Big tech contra la banca convencional
Si consideramos a lo estipulado por la Asociación Española de Banca (AEB), vemos que además de que la Big tech represente un problema de competitividad para sus asociados, sus empresas financieras son en sí mismas infractoras a todo nivel, por sentar sus mecanismos de funcionamiento sobre bases muy poco transparentes del uso de datos de sus usuarios, clientes o inversores.
Esto puede ser posible, no porque las compañías financieras pertenecientes a la Big tech se manejen sin ningún tipo de regulación, sino porque las medidas que las alcanzan tienen poco y nada que ver con las que regulan a las entidades bancarias. Así, los inversores privados de estas aplicaciones o herramientas digitales disponen del camino libre para invertir en Big tech; sin estar obligados a contar con los mismos avales legales que les requiere la banca tradicional.
Si no eres un ducho en el tema, debemos señalarte que esto es un caldo de cultivo irresistible para los grandes evasores de impuestos o lavadores de dinero de todo tipo.
España y la Big tech
Se estima que ocho sobre diez ciudadanos españoles utilizan mínimamente una vez al mes, sistemas de banca basados en Big tech. De ese porcentaje, debemos discriminar que más del 60% los utiliza una vez de forma semanal. El 20% restante los utiliza indiscriminadamente y a diario.
Si entendemos que esto sucede porque el cliente o usuario va a “lo cómodo”, pues habremos solucionado gran parte del interrogante sobre el por qué de la aceptación popular del Big tech. La banca convencional, de momento, solo puede permanecer contemplando cómo sus clientes se pasan de un barco al otro; o utilizan aquellos servicios financieros en igual o mayor medida que los suyos. Hasta que el debate sobre la regulación a estas compañías sea un hecho, la situación no promete variar demasiado.
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