Sende, el coworking internacional está ubicado en una aldea de 20 habitantes en la mitad de las montañas, y es el lugar favorito para los trabajadores digitales. Esta aldea se convirtió en la primera en ser coworking rural. Empresas como Google, Boeing, Netflix, Disney y Amnistía Internacional confluyen en que sus trabajadores concurran cada año a darle vida a sus proyectos en la aldea Sende.
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Son creativos, dibujantes, programadores, escritores, arquitectos, educadores, investigadores, fotógrafos y abogados que trabajan online en esa aldea de tan solo 20 habitantes. Ya han pasado cerca de 3.500 personas de 55 nacionalidades distintas, a las que les gusta poder trabajar mientras viajan por el mundo. A ellos se los llama “nómadas digitales”.
El coworking rural fue fundado en 2013 por Edo Sadikovic y María Rodríguez. El proyecto nació en una montaña en Serbia, donde se conocieron ambos, y mientras organizaban charlas sobre resolución de conflictos, donde se dieron cuenta que en los eventos organizados en un ambiente rural, da lugar a que se generen más amistades. Además de que los eventos educativos en lugares remotos brindan mejores resultados que los que están organizados en capitales.
Por todo esto, la pareja reconvirtió antiguas casas y establos de Senderiz, una aldea de 20 personas en el Parque Natural do Xurés (Ourense), en oficinas y apartamentos que servirían para hospedar a emprendedores de todo el mundo.
“Es un refugio profesional en la montaña, donde la gente suele decir que el deadline duele menos”, afirma Sadikovic. “También es un sitio donde organizamos eventos cuya temática choca un poco con el contexto rural”, desliza.
Por ejemplo, Bitsommar es un evento que se celebró en julio y unió a profesionales y aficionados a la industria del videojuego. Otro fue Bosquexo, en donde se juntan dibujantes y que en su octava edición registraron los paisajes, oficios y vidas de Senderiz.
Con “Sharing is caring” incluidos en la aldea
Cuenta Sadikovic que “al principio, el reto fue adaptar espacios de toda la vida a sitios prácticos donde se pudiera trabajar con un cliente de San Francisco o de Singapur, mientras se disfrutaba de la aldea. Después, el mayor reto fue conseguir una buena conexión a internet”.
Los emprendedores pudieron darle una solución a estos problemas y la compartieron online a todo el mundo que pudiese utilizarlo.
“Estamos creando un programa que se llama Download Sende, en el que contamos cómo empezar un espacio parecido” contó el emprendedor. Esto lo compartían de manera gratuita con quienes quisieran hacer lo mismo en otra aldea del mundo. “Un espacio coliving es súper mágico. Además, puede salvar aldeas del abandono, y, a la vez, es un proyecto que puede cambiar la vida cultural y económica de una zona rural por completo”, explicó Sadikovic.
De esto se trata este concepto, de sharing is caring, frase que se utiliza para describir la solidaridad en la que está basada la red, funcionando gracias a poner en común todos los recursos disponibles, y esto lo distingue a Sende. Por esto, sus fundadores piden un pago voluntario por la estancia en el lugar.
El modo de financiación
“Decidimos probar con este sistema de financiación porque la industria del coliving se está transformando y está llevando la etiqueta de algo super caro y exclusivo. A nosotros no nos gusta mucho el camino por el que va eso”, explica Sadikovic.
“Sende se define como un negocio social, en el que nos gusta atraer a personas maravillosas y en el que no queremos que el precio sea la única condición para venir. Por eso, tenemos trabajadores que están empezando con su pequeño negocio y trabajadores que ganan salarios internacionales”.
“Solemos tener hasta 20 personas en la lista de espera para venir, porque cada uno se beneficia de Sende a su manera: unos cargan las pilas, otros conocen amistades por la vida, otros vuelven a ser creativos y se inspiran, otros encuentran clientes justo aquí… De modo que cada uno aporta con lo que piensa que vale su estancia. Y, en general, suelen contribuir con una cantidad que oscila entre los 400 y los 1.200 euros al mes”.
Los días en Sende
Los fundadores de Sende, confirman que la vida en este lugar es “sin prisa y sin relojes”, donde cada quien gestiona sus tiempos.
“Hay personas que se despiertan y van a correr por el monte antes de su desayuno. Otros bajan a recoger el pan que trae el panadero cada mañana y lo preparan en la cocina común. Justo después, se van a uno de los dos espacios coworking, donde cada uno tiene su mesa, y el trabajo empieza”, explican.
Durante el mediodía se toman una pausa para almorzar. El almuerzo se prepara de forma individual o en grupo, luego de un chapuzón en la poza del pueblo, para revitalizarse y volver a trabajar.
Todos los días a las 19:30hs se celebran las Hat Talks, que son charlas similares a TED, pero con un sombrero puesto. Estas tienen una duración de 20 minutos, y son organizadas por los mismos huéspedes, sobre un tema que crean que puede servir a los demás y son de libre asistencia.
La cena es el momento único
Luego, todo el grupo se reúne a cocinar la cena. “Un par de personas se apunta a cocinar cada noche para todos, y como nos gusta comer bien, se pone mucha energía en preparar buenas comidas. Cenamos juntos siempre, en veladas que suelen alargarse durante horas”, comenta Sadikovic.
Sin lugar a dudas, este tipo de momentos son muy recordados por los invitados del coworking. “Nos gusta traer personas de distintos perfiles y, normalmente, a Sende acuden personas viajadas y curiosas. Por eso, nuestras cenas están llenas de historias interesantes, en las que se habla de viajes, del futuro de internet, pero también de humanidades y de asuntos que nunca pudiéramos imaginar escuchar en esta aldea”, finalizó el creador de este proyecto inigualable.
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