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Peñíscola

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A la Comunidad Valenciana se la relaciona a menudo como un destino de sol y playa, pero cuenta con muchos otros encantos que no se deberían pasar por alto. En este post te traemos esta lista de los pueblos más bonitos de Valencia. Todos lugares increíbles para disfrutar de un turismo rural en un entorno natural privilegiado.

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Los pueblos más bonitos de Valencia

Los pueblos más bonitos de Valencia

Sin dudas, los pueblos más bonitos de Valencia convierten a la comunidad en una hermosa localidad que magnetiza por su luminosidad. Su cultura y gastronomía cosmopolita rodeada por el Mediterráneo y el río Turia, hacen que conocerla valga realmente la pena.

Un lugar para disfrutar de playas, pueblos abandonados y fantasmas, ruinas, platos tradicionales, y de una cultura inigualables. A continuación, te presentamos los pueblos más lindos de esta provincia.

Morella

Este pueblo valenciano está entre los primeros puestos de los pueblos más bonitos de Valencia. Se encuentra en el norte de la provincia de Castellón y como otras muchas localidades del interior, se alza sobre lo alto de un cerro con impresionantes vistas de la comarca.

Si algo destaca en este pueblo es su muralla fortificada perfectamente conservada, así como su castillo del siglo XIII que sobresale entre todas las casas. Pasear por sus calles es todo un viaje al pasado medieval.

Peñíscola

Otro pueblo de Castellón que merece figurar en esta lista es Peñíscola. A diferencia de Morella, esta ciudad está a orillas del mar y es también una localidad fortificada, aunque la expansión de su población se extiende mucho más allá de sus muros.

Tendrá que visitar el castillo de Papa Luna, una espectacular fortaleza que los Templarios erigieron a principios del siglo XIV y que se conserva en muy buen estado. Otras visitas esenciales son la casa de las Conchas, la ermita de Santa Ana, el Bufador y la entrada de Portal Fosc.

Bocairent

Bocairent ofrece una de las estampas más bonitas de los pueblos valencianos. Ubicado en pleno valle de la Albaida, en la provincia de Valencia, se trata de una villa escalonada de casas apiñadas unas a otras y callejuelas estrechas, donde predominan los colores ocres y las fachadas de piedra. Su belleza le ha llevado a ser declarado conjunto histórico-artístico.

Entre sus puntos de interés de los alrededores destaca la torre de la Mariola, el monasterio rupestre, así como los covetes dels Moros, un conjunto cuevas-ventanas artificiales colgadas a mitad de un acantilado rocosos.

Castell de Guadalest

Otro de los pueblos valencianos que no puede perderse visitar es Castell de Guadalest, en la provincia de Alicante. Esta pequeña villa parece brotar de las mismas rocas del valle, y tiene como telón de fondo el pantano de Guadalest.

Está dividido en dos barrios, ambos unidos por un túnel que comunica la parte baja con la alta. Aquí podrá ascender al castillo de la Alcozaiba, el de San José, así como la casa Orduña y la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Sin duda, uno de los pueblos de montaña que ofrecen mejores vistas.

Chelva

El pueblo de Chelva, en la provincia de Valencia, parece detenido en el tiempo. Posee un importante patrimonio histórico y cultural muy bien conservado. La historia de Chelva se remonta hasta la época de los romanos, y si hay algo que caracterizó a esta localidad es la variedad de culturas que convivieron aquí hasta la Reconquista.

Un plan que le recomendamos es la conocida como ruta del agua, que parte desde la plaza mayor de Chelva y combina naturaleza e historia. Conocerá el barrio árabe de Benacacira, el judío del Azoque, el morisco del Arrabal y, por último, el barrio cristiano medieval.

Vilafamés

Vilafamés es otra de las joyas de Castellón y, sin duda, otro de los pueblos con encanto en Valencia. Déjese perder por las calles zigzagueantes de su casco antiguo y empaparse de olor a campo. Además, como casi todos los pueblos de la Comunidad Valenciana, cuenta con su propio castillo de origen musulmán. No es de extrañar que forme parte de la asociación de pueblos más bonitos de España.

Biar

Otra de las villas que no deberías dejar pasar por alto es Biar. Este pueblo pintoresco de la provincia de Alicante cuenta con menos de cuatro mil habitantes, pero está encabezado por un imponente castillo declarado Bien de Interés Cultural. Aprovecha para probar la gastronomía del interior de Alicante degustando su arroz caldoso, el gazpacho manchego o las llamadas pelotas, un plato muy similar a las albóndigas.

Ares del Maestrat

El pueblo de Ares del Maestrat se extiende a los pies de la espectacular muela de Ares sobre el que se alza un antiguo castillo templario. Este impactante pueblo se encuentra a una altura considerable, a más de mil metros del nivel del mar. Uno de sus principales reclamos son las pinturas prehistóricas del barranco de Gasulla que fueron declaradas por la UNESCO patrimonio de la humanidad.

Altea

Es uno de los pueblos costeros más bonitos de Valencia. Con poco más de 20.000 habitantes, ha conseguido mantener su encanto de antiguo pueblo pesquero sin atraer a un turismo masivo. Es difícil no enamorarse de su combinación de mar y montaña, con calles que miran al Mediterráneo y un casco antiguo de casitas blancas idéntico a los pueblos blancos de Andalucía.

Tendrá muchos planes que hacer, desde recorrer su paseo marítimo, darse un baño en sus increíbles calas y playas de bandera azul, así como hacer una ruta por su centro histórico visitando sus ermitas o lugares emblemáticos como la torre de la Galera o la de Bellaguarda. Además, Altea alberga un lugar especial que no deberías perderte: el templo del Arcángel Gabriel, el primer templo de la iglesia ortodoxa rusa en España.

Villajoyosa

Villajoyosa sería otro pueblo turístico más de la costa de Alicante de no ser por las llamativas fachadas de colores de sus casas. No es de extrañar que su nombre valenciano Vila Joiosa signifique “ciudad alegre”.

Pueblo de pescadores, pero también de tradición chocolatera, por lo que tendrá que acudir a alguno de sus varios museos del chocolate. Prepare la cámara para tomar fotos de esta localidad tan animada. Además de dejarse perder por sus calles, otro de sus mayores atractivos son sus playas, sobre todo, la del Torres y la de Paraíso.

Xátiva

Si quiere conocer el pasado histórico de la región, Xátiva es una parada imprescindible. Durante muchos siglos compitió con Orihuela y Valencia como ciudad más importante: fue sede episcopal durante la época visigoda, vivió un periodo de esplendor cultural durante el dominio musulmán y fue cuna de una de las familias españolas más poderosas: los Borgia.

Durante la guerra de Sucesión española fueron defensores de los Austrias y, por ello, el primer Borbón entronizado Felipe V mandó incendiar la ciudad -algo que todavía recuerdan, pues en el museo de la ciudad se conserva el retrato del monarca colgado del revés-. Igualmente, tendrás que visitar el impresionante castillo de Xátiva, desde el que se observan algunas de las mejores panorámicas de la región.

Hasta aquí te hemos contado todo sobre los pueblos más bonitos de Valencia.

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Desde Galicia a Andalucía, pasando por Cantabria o la Comunidad Valenciana. En este post recorremos España en busca de los pueblos costeros más bonitos. España tiene 7268 kilómetros de costa repartidos entre el Atlántico, el Cantábrico y el Mediterráneo. Abrazados por el mar y con el encanto único de los lugares de antaño, enamoran a propios y extraños con sus angostas calles y puertos que parecen haberse detenido en el tiempo.

Cabo de Palos, Murcia

Su fondo marino está considerado una de las reservas más importantes del Mediterráneo, y su faro de 81 metros es uno de los más representativos de la piel de toro. El primero de esta lista de pueblos marineros está rodeado de tranquilas calas donde aislarse del mundanal ruido. Para volver a la realidad, nada mejor que un típico ‘caldero del mar Menor’, receta local a base de arroz y pescados de la zona, en particular, el mero.

Combarro, Pontevedra

A solo 5 km de la ciudad de Pontevedra, Combarro pasa por ser uno de los pueblos más bonitos de las Rías Baixas. Es famosa la imagen de sus hórreos junto al mar; de hecho, es el pueblo con mayor concentración de hórreos de Galicia, con 60.

Todo en esta población se construyó en granito, incluso las casas marineras del siglo XVIII coronadas por balcones de madera, las calles empedradas con soportales, las fuentes o los cruceiros. La Rúa do Mar es uno de sus lugares más pintorescos de Combarro, con los hórreos mirando al mar de un lado y las tabernas y restaurantes típicos al otro. Desde aquí parten los estrechos callejones que conducen al mar.

Cudillero, Asturias

En esta zona de la costa, las pequeñas playas se suceden entre acantilados de vértigo y, en un recodo, se asienta Cudillero. Las casas de colores se descuelgan desde las montañas hasta un pintoresco puerto que llegó a tener la flota pesquera más grande de Asturias.

Las mejores vistas de Cudillero se consiguen desde el mirador de la Garita-Atalaya o desde lo alto del acantilado, donde está su famoso faro. El pueblo tiene algunos bellos edificios, como la casa rectora, que durante siglos fue hospital de peregrinos del Camino de Santiago. Pero su tesoro artístico mejor guardado se encuentra en la pedanía de El Pito, donde está el conjunto palaciego de Los Selfas, rodeado de jardines con estatuas, denominado el Versalles del Norte.

Lastres, Asturias

Esta villa marinera de calles estrechas y empinadas se hizo popular porque en ella se rodó la serie Doctor Mateo. Lastres, situada en la costa de Asturias, se mezclan las casas más humildes con las grandes casonas señoriales con vistas al mar.

Pasear (a veces casi trepar) por las calles del pueblo es una delicia, pero lo más espectacular es la panorámica que regala el mirador de San Roque, desde donde se atisba el conjunto urbano y la playa de La Griega. Otro de los lugares mágicos es el puerto de pescadores, con sus barcos de mil colores y dos cañones protegiendo la bahía.

San Vicente de la Barquera, Cantabria

El pueblo costero de San Vicente de la Barquera se emplaza en uno de los entornos más bellos de la cornisa cantábrica, en una bahía que forma un doble brazo del mar y junto al Parque Natural de Oyambre.

Es imprescindible la Puebla Vieja, en lo alto de un peñón macizo, así como la iglesia, el castillo, los restos de la muralla y el puerto pesquero. Los puentes de San Vicente de la Barquera son también una de sus señas de identidad; el de la Maza fue construido por los reyes católicos, en el siglo XVI; con 32 ojos fue uno de los puentes más largos de España.

Fornells, Menorca

Rodeado de pequeñas islas, calas casi vírgenes y casas de color blanco, Fornells es uno de los pueblos marineros por excelencia, ya que la pesca sigue siendo el sustento principal de sus habitantes, en principal, la langosta roja. Este apreciado crustáceo se captura de manera artesanal mediante trampas en el fondo marino y se cocina después en forma de caldereta, uno de los platos más típicos de Menorca.

Getaria, Guipuzkoa

En el golfo de Bizkaia, el casco viejo de Getaria se envuelve entre paisajes impresionantes: una montaña en una isla, un puerto lleno de encanto, las playas de Gaztetape y Malkorbe, el océano y las colinas de la región vitivinícola del Txacolí.

Getaria es también cuna de Juan Sebastián Elcano, el primero que dio la vuelta al mundo, y Balenciaga, en cuyo honor se ha creado un interesante museo que ningún amante de la moda se puede perder. A la peculiar silueta del monte San Antón, junto al pueblo, se la conoce como el “Ratón de Getaria”, ya que su silueta recuerda a un roedor y el tómbolo y el casco urbano de Getaria serían su cola. Desde el Katxapo se puede disfrutar de una bella panorámica de la costa.

Cadaqués, Girona

Fuente de inspiración para numerosos artistas, Cadaqués reposa en una bahía en medio del Cap de Creus, donde los Pirineos chocan con la Costa Brava. Su ambiente tradicional pesquero permanece, pese a sus muchos visitantes.

No le falta un bello casco histórico con casas encaladas, un castillo, el de Sant Jaume, un museo, una iglesia en el centro del pueblo donde se celebra su Festival Internacional de Música y, en torno a Cadaqués, el parque natural de Cap de Creus. Para ampliar el universo de Dalí, habrá que ir a Portlligat, perteneciente al municipio de Cadaqués.

Peñíscola, Castellón

Peñíscola se adentra en el Mediterráneo formando una pequeña península elevada en torno al castillo del Papa Luna. Su silueta, enfocada desde la larguísima playa de arena de 5 km, aparece en muchas películas. Aquí Charlton Heston dio vida al Cid, y la población se transformó en Meereen para Juego de Tronos. Es uno de los pueblos más conocidos de Castellón.

Aunque Peñíscola se ha convertido en un pueblo repleto de turistas veraniegos, el casco histórico no ha perdido su encanto, con sus calles estrechas y sus casas antiguas encaladas. El puerto pesquero, situado a los pies de las murallas medievales, es una estampa muy atractiva.

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