El mercado inmobiliario vive un buen momento en las grandes ciudades. Entornos donde abundan apartamentos que la domótica y los muebles inteligentes hacen más habitables.
Es en el centro urbano donde cada metro cuadrado alcanza su mayor precio. Y donde el aprovechamiento de la superficie de la vivienda es más importante.
En ese sentido, mobiliario y tecnología juegan un papel importante en la optimización del espacio. Sacando partido a cada rincón y adaptando las estancias en función de las necesidades de cada momento.
Cuando el ingeniero Hasier Larrea llegó al MIT en 2011, una pregunta le daba vueltas a la cabeza. Si los apartamentos son cada vez más pequeños y menos cómodos, ¿cómo podemos cambiar la manera de relacionarnos con su espacio?
La solución fue fácil. Dotar al mobiliario de diseño y tecnología que permita reconfigurar la vivienda en función de las circunstancias.
Un problema de población global
Según las Naciones Unidas, más del 54% de la población mundial vive actualmente en ciudades. Llegando a representar en el 2050 el 70% de los habitantes del planeta.
Viviendas cada vez más reducidas para vivir y trabajar donde conviene superar cada pequeña barrera para crear espacios habitables.
Un reto para el que Hasier Larrea sugiere aplicar la robótica, creando espacios que duplican y triplican la superficie de una vivienda.
Reducir los metros cuadrados no tiene porqué significar perder funcionalidad o sensación de hogar en un apartamento urbano.
Adaptar y no adaptarse al espacio
Larrea no entendía porque la arquitectura venía repitiendo patrones desde siempre. Un sitio para dormir, uno para cocinar,.. Así que imaginó un espacio que se adaptase a la persona, en lugar de una persona adaptada al espacio.
Con el objetivo de convertir estancias estáticas en espacios llenos de dinamismo imaginó un nuevo modelo de arquitectura basada en la robótica. Y un mobiliario que integrase la tecnología, facilitando el trabajo de recoger mesas y camas con un simple gesto.
La integración de sistemas mecánicos, electrónicos y de software hace que un dormitorio pueda transformarse en una oficina en tan solo unos segundos. O que un salón pueda recogerse completamente, llegando a multiplicar el espacio disponible.
No es nada nuevo. La robótica ya forma parte de nuestra vida diaria. Simplemente hay que saber aprovechar las posibilidades que nos ofrece.
El futuro en muebles inteligentes
El nuevo reto de la arquitectura robótica está en hacer que los sistemas aprendan del comportamiento humano. Se trata de ir un paso más allá, en la interpretación de emociones y en la reacción frente a las necesidades de cada momento.
Integrando el ‘Internet de las cosas’, ya se puede programar la iluminación, el termostato e incluso la fragancia del hogar.
Sin embargo, vivir en espacio más pequeños obliga a redoblar esfuerzos. Optimizando el espacio, mediante muebles inteligentes, así como aprovechando al máximo el ahorro de agua y energía.
Serán viviendas totalmente programables, igual que un ordenador, con las que se podrá interactuar desde un smartphone.