Nueve de cada diez compras se hacen de manera inconsciente. Hecho que demuestra la importancia de la psicología aplicada, no solo en el consumo diario sino también en las grandes inversiones. Como la compra de una casa. Veamos si están ligadas las emociones y la compra de una casa.
Adquirir una casa debería ser un acto racional. Pero no dejamos de ser individuos cuyos sentimientos a veces resultan incontrolables.
La mayoría de consumidores cree que al tomar decisiones se basa únicamente en la razón. Sin embargo, ese último paso antes de convertirnos en propietarios también tiene cierto grado de apasionamiento.
Por mucho que intentamos mantener la mente fría y no dejarnos llevar por algún impulso. Factores emocionales de los que no somos conscientes y que nos mueven a comprar y actuar sin apenas pensarlo.
Pero la compra de una casa es algo mucho trascendental. Una inversión importante en la que intervienen otros factores, además de las emociones.
Aspectos que pueden llevarnos a tomar la mejor decisión posible, si sabemos separar lo importante de la superficial.
Detalles personales en la compra de una casa
¿En qué nos fijamos más al decidir comprar una vivienda? Podemos tener una gran cantidad de motivaciones. Algunas relativas a las características de la casa y otras a las circunstancias del momento.
Sobre la vivienda, siempre se ha priorizado que sea espaciosa o que posea luz natural. Aunque cada vez resultan más importantes la buena distribución (aprovechamiento) o la adecuada eficiencia energética.
Sobre la ubicación, los gastos comunitarios o la vida de barrio son aspectos a valorar. Pero también hay que tener en cuenta las posibilidades de la zona y los servicios del entorno. Especialmente de cara a una vida familiar.
Aunque, más allá de los aspectos básicos, existen otras razones que decantan la balanza.
¿Qué primera impresión genera la vivienda? ¿Está ordenada y limpia? ¿Transmite una sensación de bienestar? ¿Llegamos a imaginarnos en ella? ¿Necesitará de muchas reformas?
Como también resulta fundamental el contacto con el vendedor y la atención del agente.
¿He recibido toda la información necesaria? ¿Han permitido ir a verla en más de una ocasión? ¿He obtenido facilidades para formalizar la compra?
Factores sociales que influyen en el comprador
En palabras de Franz Kafka, “reflexionar serena, muy serenamente, es mejor que tomar decisiones desesperadas”. Antes de tomar una decisión conviene tener las ideas claras y no dejarse influenciar por alguno de los riesgos más habituales:
1.-Asumir la presión del entorno:
Llegada una cierta edad, la idea de pasar a ser propietario puede ser una sobrecarga de presión. “Aunque sea yo solo, ¿por qué no mudarme donde viven mis amigos o mi familia? Es mejor no hipotecarse por encima de lo recomendable y ser consciente del esfuerzo financiero asumible. Un consejo: Redefine tus prioridades y toma tu propia decisión.
2.-Comprar casa para toda la vida:
Es habitual a asumir la compra de una casa como una decisión de futuro. Muchos solteros compran su vivienda pensando en llegar a tener una familia. Con una superficie y unas estancias que no saben si llegarán a necesitar. Un error. La primera casa no tiene porqué ser la definitiva, pero sí cumplir las necesidades actuales del comprador.
3.-Convertir la compra en una carrera:
Puede que el comprador no esté convencido con todos los detalles de la vivienda. Pero cuando el vendedor insinúa que existen más clientes interesados, la prisa le invade y empieza a quitar importancia a los defectos del inmueble. Un consejo: No entres en un juego absurdo y analiza detenidamente si es la vivienda que necesitas.
4.-Temer que mañana subirá el precio:
Tras el estallido de la burbuja parece que todo el mercado sube de precio de manera uniforme. Pero no es así. Existen hasta tres mercados de la vivienda, con tendencias diferentes. La urgencia por comprar ante el temor que la vivienda se encarezca de un día para otro es una mala decisión. Esto únicamente pasa en lugares muy concretos con pocas propiedades a la venta. No a nivel nacional.
5.-Quedarse con la primera impresión:
Una buena ambientación, paredes bien pintadas, una cocina o una baño impecable, generan muy buena impresión. Además de permitir valorar la casa en todo su esplendor. Sin embargo, conviene ser realista sobre ese “flechazo” inicial que nos llevaría directamente a firmar ante el notario. Un consejo: Tómate tu tiempo y, además de las virtudes, fíjate en los defecto para poder negociar mejor.
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