En todas las disciplinas hay áreas cuya comunicación se maneja con cautela. A veces, incluso, con cierto exceso de eufemismos. La economía es una de ellas y los visibles efectos de la inflación en Europa nos arrojan nuevas lecciones sobre el tema. El vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, reconoció en las últimas semanas los efectos de las medidas de su organismo pero pide no cegarse ante la “ilusión” de subidas de tipos a corto plazo. En un tema que afecta desde el nivel macro al micro -pero de manera diferente a cada sector-, “alguien tiene que ceder”, y la moneda todavía está en el aire.
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Inflación en Europa: Un tema de equilibrio
Los problemas de inflación casi siempre pueden ser explicados con la metáfora de la sábana corta: si se tira de un lado, se descuida otro. En ocasiones los precios de los bienes y servicios pueden elevarse porque se incrementa su demanda, en un contexto donde la oferta es poca o insuficiente para contenerla. Esto es lo que viene pasando, por ejemplo, con la demanda de pisos en las grandes ciudades de España.
A veces esa demanda la motiva un crecimiento económico general y un incremento del poder adquisitivo. Otras veces, responde más a una urgencia por proteger los ingresos e invertirlos en determinado capital que a futuro reditúe de manera más estable. También puede suceder que aumenten los costes de los insumos o la mano de obra y que los productores transfieran este impacto al consumidor final. Esto es lo que se está viviendo con el precio de la electricidad, el gas y los carburantes, dadas las restricciones que para adquirirlo se han derivado de la guerra entre Rusia y Ucrania. Pero existe también la posibilidad de que la moneda local pierda valor frente a crisis económicas externas o globales, dificultades en la balanza de pagos del propio país, demanda excesiva de moneda extranjera o medidas bancarias de corte monetario que afecten los intereses de determinado tipo de inversiones, entre otras.
Lo cierto es que para el ciudadano cuando existe algún desequilibrio -o la suma de varios de ellos-, el resultado se nota en el bolsillo. Si la pérdida de valor de la moneda o la insuficiencia de los sueldos para cubrir los gastos es sorpresiva, paulatina o recurrente, se notará también en los ánimos de los consumidores. Todo esto, sin hablar de un escenario de depresión económica, aunque sí, probablemente, de recesión.
La subida de los tipos y las previsiones para el resto de 2022
En el contexto multicausal de desaceleración económica, las autoridades del Banco Central Europeo se han limitado a reconocer sus efectos y pedir cautela con respecto a nuevas medidas. Su vicepresidente, Luis de Guindos, concluyó en sus últimas declaraciones, que la combinación de la subida de los tipos de interés y el aumento de los precios provocará mayor morosidad.
En efecto, una de las consecuencias más evidentes de la inflación es que los ingresos no alcancen. De ser así, la dificultad para afrontar las deudas no será sólo de los particulares. Eventualmente ese problema se trasladará desde las familias a las empresas y luego incluso a los bancos que necesitan el capital de sus clientes. En palabras de Guindos, “es importante que los bancos sean prudentes. No nos ceguemos con la ilusión de subidas de tipos a corto plazo”.
Ilusión o no, las medidas de subida de tipos de interés anunciadas por el BCE son una variable a tener en cuenta, y las autoridades sólo han indicado que volverán a evaluar el impacto en septiembre.
La inflación en Europa
Todos los organismos preveen un escenario de inflación alta para el resto del año. Aún así, desde el BCE indican que el ritmo podría bajar al finalizar el verano. Por ello es que buscarán relevar nuevamente los números en septiembre, avisorando que la inflación desacelere para entonces y se ubique en el 6%.
Hace un par de semanas el anuncio de la subida de tipos de interés y el final de la políticas de compras elevaron las primas de riesgo en España o Italia. Esto provocó nuevas declaraciones indicando que se flexibilizarían las medidas para motivar la reinversión de compras de deuda, en beneficio de los países más endeudados.
No obstante, en otros países el panorama económico tiene puntos en común con el de España e Italia. En Francia y Alemania el aumento de los precios alcanzó en marzo máximos que no se registraban desde hacía de varias décadas. En el país galo los precios subieron un 5,1% tras el alza en los combustibles y el gas, lo que mayormente afecta a los hogares más desprotegidos. Estos datos intensifican el reclamo sobre la política monetaria del BCE, que deberá combatir el aumento de los precios sin frenar un crecimiento ya en disminución.
Sigue conociendo cómo afectan estos temas en actualidad de España con el siguiente artículo.
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