Cada vez más las tecnologías destinadas a brindar confort y seguridad en los hogares hacen que incorporemos a nuestro lenguaje nuevos términos. Conceptos como Big Data, Machine Learning, Cloud Computing, Internet of Things (IoT), Artificial Inteligence (Ai) ya no son tan ajenos al vocabulario cotidiano. Cada nueva palabra que reconocemos, nos habla de los cambios que como sociedad adoptamos a nuestra vida cotidiana, y si está en casa, aún más.
Con los conceptos y la tecnología vinculada a la domótica esto viene sucediendo hace ya un tiempo. No obstante, hay una variante que, por sus propias características, apenas está saliendo del ámbito de los expertos. Se trata de la inmótica y en esta nota, te contamos qué es, cómo se aplica y dónde puedes encontrarla.
En este artículo encontrarás:
La domótica en casa y la inmótica en los edificios
En términos generales, la inmótica está vinculada a la domótica en cuanto a su funcionalidad. Ambas refieren a las tecnologías utilizadas para controlar la automatización inteligente de los espacios que se habitan, pero con distintos niveles de complejidad. Mientras la domótica está pensada para los usuarios de casas particulares, la inmótica refiere a los sistemas complejos de control de edificios. Esto incluye a aquellos de uso público, como hospitales o grandes centros administrativos, pero también privados, en el caso de empresas que ocupan grandes o múltiples unidades. Así, aeropuertos, aduanas, universidades o industrias son lugares factibles para aplicar los beneficios de la inmótica.
En cualquiera de los casos habilitan un uso más eficiente de la energía, de los sistemas de seguridad, los accesos o la gestión de residuos, entre otras funciones. La mayor diferencia se encuentra en que, dada la complejidad de las tecnologías en base a la cantidad de usuarios o funciones, la inmótica requiere que dichos sistemas estén supervisados por un especialista o alquien que, almenos, tenga conocimientos sobre aquellos que están instalados.
Domótica e inmótica: una cuestión de escala
Algunas estadísticas dicen que la domótica se está implementando en el 60% de los hogares nuevos y en el 40% de los ya existentes. Esto habla de la gran inserción y aceptación que tiene en la vida diaria. En particular, la elección de los usuarios suele deberse a que son tecnologías de relativo fácil aprendizaje y muy adaptadas a las dimensiones y estéticas de los hogares.
Frente a esto, la inmótica ofrece tecnologías más complejas pero que a veces requieren mayor tamaño. Es habitual que los aparatos que sirven para activar los diversos sistemas estén ubicados en centros de control eléctricos, salas de máquinas o similares. Al ser sistemas sensibles, además, suelen estar al resguardo del uso público, por lo cual el acceso a dichas salas muchas veces requiere autorización.
Diversidad de aplicaciones, pero centralizadas
Si consideramos que una casa puede, a través de la domótica, potenciar y efectivizar la relación entre sus usuarios y los sistemas que controlan por ejemplo, los electrodomésticos, imaginemos los beneficios que esto aporta al tratarse de hoteles, centros de deporte u hospitales.
Una de las grandes ventajas de la inmótica es que colabora eficazmente en tareas que deben responder a la demanda de múltiples usuarios y necesidades. Nos referimos por ejemplo a la refrigeración de habitaciones o almacenes, el control del aire acondicionado en oficinas de trabajo, la gestión diversificada de los sistemas de iluminación, los accesos y persianas automatizados, el manejo a distancia de maquinaria, el control de cámaras de seguridad y alarmas, el suministro de agua, entre otras posibles.
Dicho de esta manera, la lista de aplicaciones no dista excesivamente de aquellas que podemos encontrar en una casa domotizada. Pero, nuevamente, la escala que las diferencia hace que en el caso de la inmótica tiendan a centralizarse todas las tareas de los sensores y actuadores.
Beneficios de la inmótica en cuanto a accesibilidad
Como se dijo anteriormente, la inmótica se utiliza en edificios públicos o privados pero de gran tamaño o que poseen a su vez diversas unidades y estructuras. Esto vale por ejemplo para los aeropuertos, o en centros recreativos, o industrias y hospitales. En todos ellos debe preveerse el acceso de muchas personas, y en ese sentido, no importa de quién dependa su administración. Lo importante es que el o los edificios estén adaptados para que sean accesibles a personas con movilidad reducida o que tienen algún otro tipo de discapacidad.
Los sistemas de domótica aplicables en las casas pero aún más las tecnologías que se pueden desarrollar en el campo de la inmótica, resuelven grandes dificultades para quienes requieren accesos o comunicaciones especiales. Así, los servicios de ayuda y teleasistencia para estas personas brindan mayor seguridad y confort, ya que automatizan funciones que de otra manera requieren la asistencia de un acompañante.
Al estar la tecnología a disposición de usuarios con necesidades diferentes, se complementan y potencian otros serivicios que reconocemos más a menudo. Pensemos, por caso, cuánto benefician los sistemas de activación de luces o electrodomésticos por la voz a aquellos que tienen algún tipo de dificultad motriz. En efecto, este aspecto de la inmótica es de gran interés en centros de rehabilitación y hospitales, y por ello consideramos que es también una de las mayores ventajas de su aplicación.
Requisitos de instalación
En el mercado de la domótica, que en España viene creciendo desde hace más de dos décadas, se encuentran distintos modelos y protocolos. Cada uno se adapta a los diversos tipos de hogar y prácticamente responden a las necesidades de cada usuario. La instalación actual requiere sistemas inalámbricos con conexión wi-fi, Bluetooth o infrarrojos, por ejemplo.
En el caso de los sistemas de inmótica, las arquitecturas de instalación más usuales son la centralizada y la distribuida. Esto quiere decir que debido a la magnitud de sus aparatos y controles, se emplea mayormente un sistema interconectado cableado combinado con un sistema secundario de control inalámbrico. Esto tiene que ver también con cuidar la seguridad de los propios sistemas. Se infiere que si son vulnerados o surge algún desperfecto en una de sus partes, lo ideal es que no afecte todas las funciones.
Cómo calcular el coste de un sistema inmótico
La cuestión de los costes responderá a múltiples variables. Para los grandes edificios, así como para las casas particulares, lo lógico es pretender que esta tecnología sirva para ahorrar a mediano y largo plazo. Recordemos, por caso, las ventajas que sus sistemas tienen sobre el uso eficiente de la energía y los servicios. Pero en el caso de la inmótica es también recomendable considerar fuertemente el tema de la seguridad de los sistemas contratados. En ese sentido, los precios diferirán en base a las marcas y la calidad que pueda garantizar el fabricante.
En otros aspectos, se puede hacer un cálculo estimativo. Para ello es necesario tomar en cuenta los metros cuadrados de un edificio y las necesidades de cableado de un sistema inmótico. Dependiendo de los sistemas que se necesiten automatizar y considerando el coste de las obras, un valor aproximado básico ronda entre los 20.000 y los 50.000 euros para un edificio de 300 a 500 m2. Lógicamente, estos valores pueden incrementarse atendiendo a los criterios ya mencionados.
Con todo, la inmótica es un concepto que cada vez más se irá incorporando en la definición de los edificios que transitamos. Es una tecnología que ha venido para quedarse, y muchos indican ya que sus beneficios son, acaso, más relevantes que la domótica para los hogares particulares.
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