Ubicaciones premium, edificios únicos con gran fachada, amplias zonas de aparcamiento,.. Los requerimientos que debe cumplir un edificio diplomático son numerosos. Aunque la inversión disponible en estos inmuebles bien lo merece.
Embajadas y consulados pertenecen al mercado inmobiliario de lujo. Un segmento que ha protagonizado varias operaciones millonarias incluso en los años de crisis y que hoy en día goza de buena salud.
Superada la Segunda Guerra Mundial, las principales capitales del mundo crearon barrios enteros pensados para que otros países establecieron su sede diplomática. Desde las zonas de Knightsbridge o South Kensington en Londres al Arrondissement de Passy en París, el Mitte de Berlín o el Dupont Circle de Whashington.
Aún así, existen excepciones. La ciudad de Madrid es una de ellas. Entre los años 60 y 70, la capital concentró un buen número de embajadas en Chamberí y Recoletos. Mientras que las residencias de los diplomáticos se situaban en zonas residenciales alejadas del centro. Desde Somosaguas a La Moraleja o Puerta del Hierro.
Años después, la necesidad de sedes con más espacio disponible acabó trasladando las embajadas lejos del centro urbano. Poniendo en valor otras características de los edificios: seguridad, comunicación y accesibilidad a servicios (colegios internacionales,..).
‘Se trata de un segmento reducido en el inmobiliario de alto standing, pero que arrastra consigo una gran inversión‘, recuerda Luis Gualtieri (CEO de Oi Realtor). ‘Un edificio diplomático es más que una sede, porque también implica a la residencia del embajador o cónsul, y su cuerpo diplomático‘.
Es por ello que las principales agencias cuentan con profesionales especializados en este tipo de transacciones con ‘cartera diplomática’.
Edificio diplomático: una cuestión de imagen
Embajadas y consulados suponen un segmento minoritario para las agencias inmobiliarias. Aún así, las necesidades específicas de las oficinas diplomáticas y el equipo que trabaja en ellas hacen de este un negocio importante.
De alguna manera, un edificio diplomático representa la imagen de todo un país en otro Estado. Y debe cumplir funciones como tal, desde recepciones a empresarios y eventos con grandes mandatarios. Por ello, es tan importante la localización como la distribución y los acabados.
Ciudades como Madrid o Barcelona cuentan solo con algunas propiedades que podría llegar a cumplir dichos requisitos. Aunque no siempre resulta fácil encontrar el inmueble perfecto en el sitio adecuado.
‘La enorme burocracia puede llegar a convertir una operación así en un proceso casi interminable. Y, a menudo, las grandes oportunidades inmobiliarias son escasas‘, señala Luis Gualtieri. Su agencia, que ha llevado a cabo transacciones con este tipo de clientes, conoce muy bien la importancia de la profesionalidad y el seguimiento en estos procesos.
Se trata de un negocio que va más allá de la compra de una sede concreta. ‘Además del edificio diplomático, una embajada cuenta con un grupo de profesionales que necesita poder vivir en la misma ciudad‘, apunta Gualtieri. ‘Desde el cónsul o embajador a todo su equipo de confianza‘.
Exigencias para la sede de una embajada
Las sedes de consulados y embajadas reúnen un mayor número de requisitos.
Por un lado se requiere una localización premium en un distrito distinguido. Como Sarrià Sant Gervasi en Barcelona o Salamanca en Madrid.
También se precisa que sea un edificio único, para poder hacer uso de la fachada en todo su conjunto. Tanto con el propósito de poder colgar la bandera como para la ornamentación en actos señalados. Sin olvidar la necesidad de un parking capaz de acoger a diversos vehículos.
A nivel de distribución, hace falta que disponga de amplios espacios. Tanto para la recepción, como para salones privados y zonas de despachos. Así como un espacioso comedor. Unos requisitos específicos que llegan al exterior del edificio diplomático. Idealmente rodeado por un jardín.
Por norma general, los gustos de los representantes diplomáticos son bastante tradicionales. Frente a los nuevos edificios con espacios abiertos, prefieren la existencia de salas y despachos cerrados para reuniones privadas. Por eso huyen de los edificios modernos y se decantan por los históricos.
Se trata, en definitiva, de un cambio de sede motivada por el presupuesto o la mala ubicación original. Por eso, en el caso de Madrid, zonas exclusivas dela periferia (Puerta de Hierro, La Moraleja, Conde de Orgaz) se posicionan como alternativa al centro urbano.
La vivienda del representante diplomático
Otro asunto es el relativo a la residencia del cuerpo diplomático. Al contrario de lo que muchos creen, embajadores y cónsules no desean vivir cerca del edificio diplomático. En su lugar, escogen zonas ubicadas junto al colegio de sus hijos o en otros lugares.
Al contrario de lo que sucede con la concentración de numerosas embajadas en un mismo barrio, las residencias de los embajadores están mucho más dispersas. De hecho, se trata de un cargo cuya titularidad puede cambiar cada cuatro años. Por ello acostumbran a escogerse viviendas en alquiler.
En el caso del cuerpo diplomático, el presupuesto es aún más reducido. Aunque sí conviene que vivan en la misma zona que el embajador o el cónsul.
Del mismo modo, también es cierto que existen unas ciertas diferencias culturales en la elección de las zonas. Así, mientras los representantes de países europeos aprecian vivir en el centro urbano, los equipos diplomáticos de llegados desde Asia se decantan por lujosas zonas residenciales en la periferia.