La caída brusca y repentina de los mercados marca un crack bursátil. Los que se produjeron en la historia marcaron un antes y después. Nueva York en 1929 es el más revisado, pero hubo otros tantos que tuvieron y tienen sus consecuencias. Aquí repasamos por qué se dieron.

Se conoce como crack bursátil a la caída brusca y repentina de los mercados. Todo comienza con la baja de uno o pocos activos, ya sean acciones de empresas que caen en desgracia, o bonos y títulos soberanos de países que incurren en incumplimiento. Pronto la situación afecta de manera global al resto de los componentes del mercado. Luego adquiere relevancia global y termina afectando al resto de las economías. Es un fenómeno estudiado por los daños que causan al desarrollo de los mercados y la pérdida de confianza de los inversores.

El más recordado y revisado es el de 1929, con epicentro en la bolsa de Nueva York. Pero hubo otros cimbronazos que marcaron un antes y después, como la Crisis del Petróleo, en la década de los ‘70s. Más cercano en el tiempo se dio la Crisis de las Hipotecas de 2008. Mientras que aún continuamos evidenciando las consecuencias del último crack: el que se dio por la Pandemia de Coronavirus, y las secuelas pueden evidenciarse en los mercados, las compañías e inversiones.

Crack bursátil

Un crack bursátil ocurre cuando se produce una caída brusca y repentina de los mercados financieros. Son claves los conceptos de brusco y repentino. El primero refiere a que las bajas son muy profundas. Mientras que el hecho que sean repentinas quiere decir que no se avizoraba un fenómeno de tal envergadura.

El fenómeno comienza con uno o pocos activos de un mercado puntual. Pero pronto, el efecto contagia al resto de las acciones, bonos, títulos y demás instrumentos bursátiles. El resto del proceso ocurre por la globalización de las economías, que termina por provocar la caída de prácticamente todas las bolsas del mundo. Y el consecuente pánico entre ahorristas e inversores.

Por qué se produce un crack es la pregunta que surge de inmediato. Pues bien, las causas pueden ser varias y de distinta índole. Por ejemplo, cuando la especulación no llega a ser controlada a tiempo por los instrumentos reguladores que poseen las autoridades gubernamentales. También, en el caso de los títulos de deuda soberana, cuando un país cae en incumplimiento de sus compromisos de pago. 

También hay causas menos frecuentes, como cuando se presenta algún desastre natural, o incluso un conflicto armado. Recientemente se produjo un tercer tipo de crisis. Fue durante la pandemia por coronavirus, cuando la economía global se paralizó casi por completo.

Más allá de las causas, los efectos que un crack bursátil tienen en el precio de los instrumentos financieros, no se agotan allí. De hecho, una de las consecuencias más profundas de estos fenómenos es la desconfianza y reticencia de las personas en volver a invertir en los mercados bursátiles.

Algunos ejemplos históricos

Tal vez el ejemplo recordado y estudiado de un crack bursátil fue el ocurrido en 1929, que tuvo epicentro en la bolsa de Nueva York, en los EEUU. La economía de la nación americana traía encima una década de crecimiento sin precedentes. Durante todo ese lapso de tiempo, lo que entró en juego fue la especulación, pues el precio de las acciones subía en cada transacción sin que las empresas evidenciaran un crecimiento real. 

En el llamado “jueves negro” todo el sostén que tenían los precios se derrumbó ante las previsiones negativas de crecimiento de la compañía. En cuestión de horas, los tenedores se deshicieron de nada menos que 12,8 millones de acciones. La bolsa de Nueva York pronto arrastró a todo el mercado financiero de los EEUU y luego el mundo entero entró en crisis.

Un segundo desplome de los mercados mundiales tuvo lugar en la década del ‘70. Más precisamente desde 1973, cuando el precio del crudo se disparó y hubo un aumento generalizado en el precio de materias y productos. A su vez, la inflación provocó un freno del crecimiento económico, empobrecimiento y, al final, crisis en los mercados financieros. 

Una segunda etapa del mismo proceso se dio cuando los países árabes productores de petróleo realizaron un embargo a los aliados de Israel. Las economías de muchos países, ya golpeados, volvieron a manifestar procesos inflacionarios, retracción de sus mercados y, nuevamente, sacudidas financieras.

Los cracks bursátiles de este siglo

Con apenas dos décadas encima, el Siglo XXI ya presenció en dos ocasiones el crack bursátil. El primero fue en 2008, con la crisis de las hipotecas. Resulta que el mercado inmobiliario estadounidense tuvo un auge a comienzos de siglo. El envión fue causado por el otorgamiento de créditos hipotecarios a personas que -en principio- no contaban con el sustento para hacer frente a los pagos. 

Todo se complicó a partir de 2006 cuando la subida de tipos elevó el costo de las hipotecas. Entonces, los deudores dejaron de pagar y todo el mercado inmobiliario colapsó. El desencadenamiento de los impagos terminó por causar hacia 2008 la primera crisis financiera en los EEUU, y luego en Europa y así al resto del planeta. 

Del último crack bursátil todavía se pueden evidenciar las consecuencias. Se trata de la crisis desatada en la economía global a partir de la aparición del Covid-19. Los acontecimientos son conocidos por todos, ya que se trató de una pandemia mundial. Las medidas tomadas por los gobiernos paralizaron el comercio entre localidades, regiones, países y continentes enteros.

La salud de miles de millones de personas estuvo en riesgo. En cuanto a la economía, la caída de la producción devino pronto en recesión, desempleo y una nueva crisis en los mercados financieros globales. Mientras que las consecuencias en las empresas, estados e inversiones, es una historia que aún se está escribiendo.

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