La metodología del coworking como espacio de trabajo estuvo desde siempre relacionada a los freelancers o emprendedores independientes. Sin embargo, durante los últimos cinco años (que incluyen dos años completos de arremetida de la pandemia COVID 19 y las restricciones a la circulación) se notó un paulatino y constante incremento en la presencia en estas novedosas plantas por parte de pequeñas, medianas y grandes compañías. En este sentido, y como todo en el sector inmobiliario, el mercado cambia de rumbo según las exigencias del usuario; y hoy día ya contamos con espacios colaborativos de trabajo estrictamente ligados a la ocupación temporal por parte de equipos numerosos, sino de plantillas completas. En este artículo de Oi Real Estate veremos entonces por qué podría considerarse al coworking como la oficina del futuro.
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Maximizar la prestación de servicios
¿Cómo ha logrado el coworking posicionarse en el mercado inmobiliario y laboral? Pues la respuesta a este interrogante casi que se responde por sí sola: por cómo ha sabido leer entre líneas los deseos y necesidades de sus usuarios y proveerlos a través de acciones concretas. Puede que te parezca una respuesta banal y fantasiosa; sin embargo a los hechos nos remitimos.
En sus comienzos incipientes, allá por la década de los años 80, un coworking resultaba una salida de emergencia low cost (o de bajo costo) a empresas o trabajadores propios de las principales ciudades del mundo. Nueva York, Londres y algunas pocas metrópolis de los países nórdicos vieron nacer al espacio colaborativo de trabajo como una solución económica provisoria. Muchas veces, incluso, el coworking era la antesala al cierre definitivo de un negocio que había salido mal o que se iba a pique por no poder mantener sus gastos fijos.
La tecnología como trampolín al éxito
Alquiler temporario de oficinas casi desmanteladas y desprovistas de todo, excepto un escritorio donde apoyarse y una silla en la que sentarse, eran las características recurrentes del coworking en sus primeros tiempos. Pero todo cambiaría en cuanto internet hizo su aparición y copó rápidamente el mercado de oficinas a nivel mundial.
El coworking encontró de la noche a la mañana que proveyendo de servicios de internet y otros accesorios a los usuarios; además de equipos listos para el trabajo en pantalla, la demanda comenzó a incrementarse. Por el año 2005 los espacios colaborativos de trabajo (sobre todo cuando los ordenadores personales dejaron de ser un lujo) ya se habían vuelto un mercado en sí mismo y comenzado a competir.
¿Qué tiene para ofrecer hoy día el coworking?
Pues, si pensamos en las virtudes y ventajas que el coworking tiene preparadas para los freelancers y plantillas completas, podremos destacar al menos media docena; descontando que a pesar de que algunos de los abonos en muchas oficinas de espacios compartidos de trabajo se han vuelto carísimos, siguen siendo una buena opción en cuanto a costes se refiere.
Disminución sustancial de costes fijos
Energía, alquiler de oficina, internet, comida y bebida. Los abonos diarios, semanales o mensuales pueden incluir todo esto y mucho más. Ni hablar del entorno.
Coworking personalizado
El entorno de trabajo es un factor que también han sabido capitalizar correctamente los impulsores de las compañías coworking. Encontrarás espacios colaborativos de entorno artístico, minimalista, deportivos, tecnológico, ecologista, pet-friendly, café o restó y las opciones siguen. Tanto que al día de hoy son incontables y lo más asombroso es que todos tienen con qué competir.
Menos responsabilidades legales
Las compañías coworking están cubiertas por seguros de todo tipo. Estos se responsabilizan por la seguridad de quienes ocupan temporalmente sus estancias. Como imaginarás no se trata de un dato menor en cuanto a la la decisión de las compañías que como clientes envían a sus plantillas, acaso en modalidad híbrida.
Espacio colaborativo pre y post pandemia
En todo el mundo (con la irrupción del virus COVID 19) el coworking fue el primero de los espacios de trabajo comunes en cerrar; como contrapunto, sus compañías tuvieron casi un año entero para recomponerse y fueron las primeras en reactivarse ni bien levantadas las primeras medidas restrictivas a la circulación; contando ya con todas las precauciones y respondiendo a cada normativa en cuanto a distanciamiento social en el ámbito laboral.
Por tanto, sus espacios fueron solicitados a tal punto que muchas vieron recuperadas rápidamente las pérdidas iniciales a niveles similares o muy superiores a los previos a la pandemia. Ya desde mediados de 2021, su reacción comercial batió todos los records históricos en cuanto a disponibilidad y rentabilidad.
Coworking como la oficina del futuro
Desde ese punto calendario al actual y con la crisis económica y la magra situación financiera del mercado administrativo; las más prestigiosas firmas ven el coworking el modo más asequible de seguir adelante; con ciudades como Madrid, Barcelona y Palma de Mallorca como principales estandartes. Sus mecánicas de trabajo que implican libertad horaria y gran accesibilidad a los principales medios de transporte público son las virtudes esenciales que proponen al coworking como la oficina del futuro.
En este sentido, se ha comprobado que la eficiencia y la productividad de las plantillas nunca disminuye; y siempre se incrementa (en menor o mayor medida) trabajando en coworking. Si consideramos además que menos de 2 de cada 10 trabajadores de oficina se sienten atraídos por retornar a la vieja presencialidad en planta; no sorprenderá entonces que muchas de las compañías vean con buenos ojos el implementar a las oficinas de trabajo colaborativo de forma permanente a su modalidad laboral.
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