Tal como había sucedido la semana pasada en Estados Unidos tras la crisis bancaria por el quiebre de tres entidades, las consecuencias del desplome del Credit Suisse en la bolsa de valores hicieron que muchos de sus más importantes clientes buscaran otros bancos donde depositar su confianza y su capital. Te contamos cómo se evidencia esa situación en el mercado financiero de España.
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La crisis bancaria internacional
Se dice de la economía que es una ciencia social, y ello se nota especialmente en los momentos críticos. Allí es cuando los resultados negativos y la falta de recursos operan en las malas decisiones y la falta de confianza. Todo esto, como es de esperarse, se retroalimenta y se vuelve cíclico.
La semana pasada tres bancos en Estados Unidos fueron conducidos a la bancarrota (Silvergate, Silicon Valley Bank y Signature Bank), lo cual generó gran preocupación no sólo por la inestabilidad de esas acciones sino por la del sistema bancario y financiero que representaban. El malestar se trasladó a Europa e hizo que varios inversores vendieran masivamente los títulos que tenían en entidades financieras.
Como suele pasar en estos contextos también, “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Los grandes bancos se vieron favorecidos por la inestabilidad de las pequeñas empresas y ellos fueron, finalmente, los que absorvieron gran parte del capital desbandado. Sin ir más lejos, el Bank of America obtuvo más de 15.000 millones de dólares en nuevos depósitos esos días, al igual que JP Morgan, Citigroup y Wells Fargo, que tuvieron ingresos millonarios.
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La crisis bancaria en España
El desplome bursátil de Credit Suisse fue el siguiente eslabón en la cadena de desconfianza y debilidad del mercado, esta vez, en tierra europea. Debido a la interconección que tienen estas entidades, y el flujo que se genera entre sus capitales, no es en realidad una sorpresa que en pleno corazón financiero de Madrid se hayan experimentado corridas similares de los inversores por tratar de proteger sus recursos.
Cierto es que aquí tampoco es lo mismo ser un pequeño inversor que uno que cuenta con gran cantidad de clientes e ingresos. De alguna manera, el riesgo es proporcional al tamaño de la empresa. Aunque claro, el margen de error de cálculo por una mala decisión es mayor en estos últimos. Así, las marcas reconocidas suelen contar con varios proveedores de servicios financieros, pero eso no es suficiente como para arriesgarse a dejar parte de su capital en entidades que no pueden ofrecerles seguridad en sus ganancias.
El Credit Suisse, en rigor, venía tambaleando en sus gestiones en bolsa desde el año pasado, y por ello fue una presa fácil de las corridas tras la crisis bancaria en EUA. Como suele pasar en estos casos también, son los clientes con grandes inversiones los que mueven la aguja del equilibrio fiscal de los bancos, y ya en 2022 habían empezado a retirarse de la firma helvética. Al evidenciarse la crisis, otros inversores más pequeños hicieron lo propio. ¿Podrá el banco reconstituirse tras este golpe, no sólo a sus cuentas, sino a la confianza de sus clientes en España y en el resto de Europa?
Las causas que llevaron al Credit Suisse a primera plana
La salida de los grandes inversionistas del Credit Suisse comenzó en el último trimestre de 2022, cuando la firma registró salidas de dinero por valor de 111.000 millones de francos suizos. La semana pasada sus acciones cayeron un 24%, lo cual hizo que la empresa solicitara apoyo al banco central. Consiguió una calma temporal el mismo jueves, cuando el Banco Nacional de Suiza ofreció al grupo financiero líneas de liquidez por valor de 50.000 millones de euros. Pero esto no fue suficiente para devolver la confianza en los clientes respecto de la estabilidad de la firma.
Las consultas de los inversores españoles sobre el futuro y la seguridad de las cuentas en el grupo suizo no tardaron en llegar. En respuesta, los banqueros intentaron contener las demandas y se habla de que parte de las operaciones implicarían abrir cuentas en Luxemburgo. Aunque nadie quiere admitir una acción directa en contra de la firma helvética, lo cierto es que en toda Europa otras entidades bancarias están abiertas a captar a sus clientes.
Nuevamente, la cuestión de la solvencia está directamente vinculada a las expectativas de los clientes en lo que respecta a los bancos, en particular cuando pertenecen al ámbito privado. Dicho en otros términos, cuando la crisis afecta al bolsillo, la confianza también opera en bolsa.
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