Europa tiene ante si una nueva oportunidad para buscar en la construcción y la rehabilitación un futuro parque residencial que asegure la eficiencia energética y reduzca la huella ambiental.

La oportunidad para que la Eurozona se sume a la apuesta por la eficiencia energética real se agota. Especialmente en países como España.

El hecho de que los edificios estén detrás de más del 40% de la energía consumida y que los hogares consuman un 60% más de la cuenta por falta de medidas de eficiencia energética, resume el impacto de la vivienda en el medio ambiente.

El último pacto europeo, firmado en 2014, promovía un incremento de la eficiencia energética del 27% en 2030. Una medida voluntaria, por debajo de la demanda generalizada del 40%, pero que no ha ido más allá del 23,9%.

La nueva oportunidad a la que se acoge Europa comienza el próximo 30 de noviembre. Se trata de una nueva reunión en el marco de la reforma del mercado energético que no hay que desaprovechar.

Puede ser el impulso definitivo a las energías limpias y la eficiencia energética. Además de un empujón a la construcción y la rehabilitación residencial.

La huella ambiental de la vivienda

No somos conscientes, pero el parque residencial está detrás del 18% del consumo energético y del 8% de las emisiones.

Si pensamos en la emisión de dióxido de carbono, dificilmente podremos llegar a entender la magnitud del problema. Aunque sus efectos se dejan sentir año tras año con el efecto invernadero, especialmente en las grandes ciudades.

El certificado de eficiencia energética aún está poco presente en España
El certificado de eficiencia energética aún está poco presente en España

Se trata de partículas en suspensión producidas por la combustión fósil a los que la Eurocámara ya ha puesto límite por encontrarse detrás de 400.000 muertes prematuras anuales.

La dimensión del consumo energético sí que está mucho más clara. Con niveles de consumo que superan el 40% de la energía invertida en las ciudades.

En ese sentido, la Directiva Europea de Eficiencia Energética (2012/27/UE) impone limites a los edificios construidos a partir del año 2020. Construcciones que deberán disponer de una etiqueta de consumo energético prácticamente nulo.

Sin embargo, el volumen de viviendas que datan de la década de los 60 y 70 es aún numeroso. No solo por su antigüedad, sino porque en una escala entre la mayor eficiencia (certificado ‘A’) y la menor eficiencia (certificado ‘G’), España queda muy mal.
Un 80% de sus edificios se encuentran entre las categorías E y la G.

Edificios en términos de eficiencia energética

Con un parque residencial formado por cerca de 25 millones de viviendas, más de 10 millones son anteriores a la primera norma de edificación (1979). Mientras que solo 1,5 millones siguen los requisitos de técnicos de eficiencia energética. El llamado CTE.

Un panorama del que ni siquiera se salvan muchas de las obras de rehabilitación ejecutadas entre los años 2010 y 2015. Trabajos que si se hubieran realizado con criterios de optimización de la energía, permitirían un ahorro global de 700 millones de euros.

Sin embargo, muchas de las viviendas siguen perdiendo energía por falta de aislamiento. ¿Cómo? Un 30% a través de las ventanas, un 25% por las paredes y un 2% por el suelo.

Un mal aislamiento lleva a la pérdida de energía por ventanas, paredes y suelos
Un mal aislamiento lleva a la pérdida de energía por ventanas, paredes y suelos

Es por ello que la Fundación La Casa, además de alertar sobre estos datos, apunta a unas necesidades mínimas de rehabilitación. Según este organismo, cerca de 300.000 viviendas anuales deberían ser reformas en términos de eficiencia energética.

Única manera de asegurar que en 2050, más 12 millones de viviendas antiguas disminuyan su huella ambiental. Además de una oportunidad para revalorizar muchos inmuebles.

Autor

Escribe un comentario

A %d blogueros les gusta esto: