Muchos inversores y ahorradores empiezan a desesperar por la falta de rentabilidad en depósitos y compra de deuda. Un buen momento para replantearse volver a la inversión inmobiliaria.
El panorama de la inversión ofrece diversos productos al pequeño ahorrador. Sin embargo, muchas alternativas que antes parecían rentables empiezan a dar los primeros dolores de cabeza al inversor.
Por un lado, el BCE está dejando de supervisar la deuda de los diferentes miembros. Una política que no solo una amenaza a la economía de los países sino que también ocasiona pérdidas en la rentabilidad de los inversores.
Por otro lado, los bajos tipos de interés están haciendo perder atractivo a los depósitos bancarios. Apatía que llega hasta tal punto de que cada vez más los clientes que usan el saldo de los depósitos para amortizar las hipotecas.
Con estas alternativas, que el Banco de España señale a la compra de vivienda como una inversión con rentabilidades cercanas al 11% es una buena noticia. Además de un aliciente para que pequeños y grandes inversores vuelvan a optar por la compra de inmuebles para después alquilarlos.
Sin embargo, ¿hay alguna medida a tener en cuenta antes de embarcarse en este tipo de operaciones de inversión inmobiliaria?
Sin duda la hay, tanto por el tipo de inmueble como por el inquilino al que pensamos destinarla.
Cinco claves en la inversión inmobiliaria
Siempre al precio justo
Puede ser tan nocivo un precio de alquiler muy alto como uno excesivamente bajo. Debemos tener claro cual es el precio de mercado en función tanto de la zona como de las características de la vivienda, y ajustarnos a él.
La ubicación en una ciudad
A priori, una vivienda céntrica en una gran capital resulta más rentable para el propietario. Sin embargo, un municipio secundario con gran actividad industrial, una zona rodeada por centros universitarios o una localidad turística junto al mar, también son destinos interesantes para comprar.
Características y distribución
Debemos tener en cuenta la distribución y el tipo de inquilino al que destinamos nuestra vivienda. En un alquiler de larga duración puede ser más práctico alquilar sin muebles, y en uno temporal o para estudiantes completar la vivienda con un mobiliario básico.
La accesibilidad y los servicios
Como el carácter céntrico, importa que el inmueble esté rodeado de servicios, comercios y buenas comunicaciones. Invertir en una propiedad junto a una estación de metro, tren o bus puede ser interesante, aunque separe al inquilino del centro con unas pocas estaciones.
El estado del inmueble
La vivienda debe tener los suministros e instalaciones en perfecto estado. Solo así podremos estar seguros de alquilarla con toda seguridad y completa cobertura del seguro. Así mismo, su completa rehabilitación es especialmente atractiva a ojos del inquilino.
Tres tipos de inquilinos y sus necesidades
Alquiler de larga duración
El arrendamiento a un inquilino fijo resta parte de la rentabilidad, pero ofrece más seguridad siempre que demos con la persona adecuada. La consulta de un fichero de solvencia económica y el aporte de una fianza como garantía suplementaria puede evitar futuros problemas.
Alquiler a estudiantes
Al alquilar durante el curso lectivo se tiene la seguridad de recuperar el inmueble al acabar el año con una gran rentabilidad. La clave puede estar en alquilar por habitaciones y no de manera completa, aunque llegar a arrendar todas las estancias requiere de una dedicación ‘extra’.
Alquiler vacacional
Con la correspondiente licencia del ayuntamiento, un alquiler turístico es la opción más rentable de todas. Pero para poder comercializarlo necesitaremos de la ayuda de algunos portales que cobrarán su correspondiente comisión. Llevar una gestión integral y asegurar todos los enseres es una buena medida de seguridad.