Fondos, Sociedades de Inversión Inmobiliaria (SII) y Socimis son estrellas en la inversión en ‘ladrillo’ en estos tiempos. Presentan maneras de participar del sector inmobiliario sin tener que comprar una casa.
El patrimonio de las sociedades y fondos de inversión inmobiliaria no para de crecer desde hace más de 2 años. Un crecimiento alentado por tipos mínimos de interés y bajas rentabilidades en depósitos. Cada vez más ahorradores optan por invertir para sacar el máximo partido a su capital.
Desde diciembre de 2012, el crecimiento de los fondos y sociedades de inversión en España no sólo se ha reflejado a nivel patrimonial (+60% desde diciembre de 2012), sino también en número de inversores (+45% desde diciembre de 2012).
El año 2015 ha arrancado con uno de los de mayor crecimiento en la inversión colectiva, con el mayor crecimiento de los últimos 17 años (enero de 2015), gracias un aumento del 2,8% en fondos y sociedades de inversión.
En este panorama, las SII y las Socimis destacan como uno de los principales vehículos de inversión. Los fondos internacionales invirtieron un 15% más a lo largo de 2014 sobre el año anterior. Unas cifras donde destacan áreas como la de Barcelona con inversiones de más 1.330 millones de euros en propiedades inmobiliarias.
Edificios de oficinas, centros logísticos y hoteles se hicieron con la mayoría de operaciones, por la escasez de producto residencial de calidad. Una tendencia que va a cambiar con la entrada de nuevos operadores en la promoción inmobiliaria. La inversión inmobiliaria se reinventa con nuevos productos más atractivos para el pequeño ahorrador y el gran inversor inmobiliario.
El apetito inversor
Inspiradas en las REIT (Real Estate Investment Trust) norteamericanas, las sociedades de inversión inmobiliaria tienen en España la oportunidad de invertir en un mercado de atractivas propiedades urbanas a un excelente precio.
Entre ellas, las socimis cotizan en Bolsa (MAB o mercado continuo), mientras que las SII no lo hacen. Pero ambas tienen destacables ventajas fiscales para inversores que quieren evitar el impuesto de sociedades.
La baja tributación y la existencia de buenas oportunidades han atraído a magnates internacionales que no han dudado en participar de la inversión inmobiliaria. Una evolución que se ha traducido en la adquisición de naves logísticas, edificios de oficinas, complejos hoteleros y bloques residenciales por valor de 420 millones de euros en el primer trimestre de 2015.
Las mayores sociedades de inversión inmobiliaria se han dejado ver en las grandes capitales españolas, especialmente Madrid y Barcelona.
La última gran operación ha sido protagonizada por Hispania, una socimi participada por el magnate George Soros que ha comprado la conocida Isla del Cielo de Diagonal Mar (Barcelona). Mientras que Pontegadea, sociedad de Amancio Ortega, ha adquirido los edificios que acogen las tiendas insignia de Apple (Paseo de Gracia 1) y Burberry (Paseo de Gracia 56), o la antigua sede de Banesto (Plaza Catalunya).
Este instrumento de inversión viene para quedarse. Y si en 2014 puso su atención en el sector comercial, 2015 será el año de hoteles y edificios residenciales de máxima calidad.
La inversión colectiva inmobiliaria
Entre las instituciones de inversión colectiva con carácter no financiero, España diferencia entre fondos y sociedades de inversión.
Los fondos de inversión inmobiliaria pueden invertir en todo tipo de inmuebles urbanos, con determinados límites. Mientras que entre las sociedades compradoras de inmuebles diferenciamos las Sociedades de Inversión Inmobiliaria (SII) y las Sociedades Cotizadas de Inversión Inmobiliaria (Socimi).
Dichas sociedades han sido una de las grandes novedades para el inversor del último año. Al ser sociedades anónimas invierten exclusivamente en inmuebles con el objetivo de alquilarlos posteriormente.
Especialmente llamativo ha sido el boom de las socimis. Unas sociedades que tienen un régimen fiscal muy atractivo: no pagan impuesto de sociedades y tienen un gravamen del 19% de dividendos repartidos. Una retención para socios que posean más del 5% de participación y de la que están excluidos los no residentes.
Entre las condiciones de una socimi, se obliga a invertir al menos el 80% del capital en activos urbanos (pisos, locales comerciales u oficinas) y a cotizar en Bolsa. Igualmente, se les obliga a mantener los activos durante tres años y a repartir dividendos (80% de los beneficios por rentas de alquiler y 50% de beneficios por venta de activos). El resto de beneficios deben reinvertirse en otros inmuebles en un periodo máximo de tres años.
Sin duda, una buena manera de potenciar el mercado del alquiler y recuperar la confianza del inversor. Un instrumento de inversión con ingresos muy seguros que permitirá renegociar al alza cuando la economía se recupere.
Todo ello con una indiscutible garantía, la de sólidos activos inmobiliarios.