Se complican las negociaciones para salvar la antigua fábrica Can 60 del Raval de convertirse en pisos de lujo

El Raval es conocido por su pasado rural y posteriormente industrial. Sin duda esta última característica se conserva a días de hoy y todavía quedan vestigios de las fábricas que poblaban la zona. Las más conocidas eran las casas-fábricas y el barrio cuenta con una herencia de 38 fábricas que el Ajuntament de Barcelona propuso proteger.

No hace mucho, la antigua casa-fábrica Marimon-Costa, una de las más famosas peligraba aunque gracias a una iniciativa del ayuntamiento por proteger el patrimonio histórico del barrio logró proteger este tipo de fábricas. Aunque parece ser que la fábrica “Can 60” no correrá la misma suerte.

Si el pasado mes de julio el consistorio barcelonés dictaba la suspensión de licencias preventicas de 38 casas-fábrica del Raval, dos días antes de que se realizara tal suspensión -y por tanto desprotegidas de inversores- la empresa Clamarc presentaba un certificado de aprovechamiento urbanístico que excluye concretamente a Can 60 de la suspensión durante seis meses. En esos meses un fondo inversor suizoalemán intervendrá en los arrendamientos y presentará su proyecto inmobiliario. De hecho, el fondo de inversión ya ha dado los primeros pasos y ha iniciado los trámites para deshauciar a los inquilinos y preveen convertir la antigua fábrica en lofts y apartamentos de lujo.

Futuro incierto

Desde el Distrito de Ciutat Vella se ha trasladado la preocupación por el futur de Can 60, sobre todo porque aparte de las diversas actividades que se llevaban a cabo en el inmueble -sobre todo para las familias más necesitadas del barrio- y de las familias que aún viven en las casas de Can 60. Desde el Consistorio pidieron que al menos se prolongaran las actividades y talleres que se realizan en la fábrica pero portavocces del distrito reconocn que “Can 60 ya es una propiedad privada” y mientras el edificio no se catalogue como elemento industrial de interés patrimonial no se podrá hacer nada al respecto.

El ayuntamiento no descarta la compra de la fábrica aunque su alto precio unido al poco tiempo de margen -tan solo cinco meses- complica la decisión.

Los vecinos de la casa-fábrica lamentan el futuro que le depara a Can 60. “somos el último espacio fabril y cultural de la calle riereta, cuando hace solo veinte años estaba plagada de talleres artísticos, la gentrificación de esta zona del Raval está siendo total” explica Rebecca Mutell de Factoría Heliográfica. Si el fondo suizoalemán consigue su propósito inmobiliario no solo peligran los inmuebles de los inquilinos sino el negocio de numerosos artistas y creativos que asumen con tristeza la gentrificación del barrio.

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