Finalmente, el gigante del comercio electrónico renuncia a su nueva sede en la ciudad de los rascacielos. La nueva sede de Amazon en Nueva York, con un impacto de 25.000 nuevos puestos de trabajo, ha sido finalmente desestimada ante la presión política.
Seattle siempre ha sido ciudad de tradición tecnológica. Antes incluso de ver nacer a compañías como Microsoft o Amazon. Y de que Jeff Bezos y Bill Gates se convertirían en dos de los hombres más ricos del mundo.
Una influencia que ha ido más allá de ambas empresas. De hecho, Seattle ha acabado siendo ejemplo de un fenómeno en Estados Unidos. Ciudades que experimentaban un gran crecimiento económico, motivado por grandes empresas de tecnología. A la vez que aumentaba las desigualdades.
Por un lado, jóvenes con formación universitaria y sueldos elevados que se mudan desde todas partes para trabajar en empresas como Google, Facebook, Amazon y Microsoft. Por el otro, centenares de personas obligadas a abandonar la ciudad por unos precios inasumibles.
Una oportunidad parecida a la de Amazon en Nueva York. Ciudad en la que planeaba establecer su segunda sede, en el barrio de Queens. Y que finalmente ha sido desestimada.
A pesar de que, según la multinacional, el 70% de los ciudadanos de Nueva York defienden los planes de inversión de la empresa. La oposición de diversos políticos de la ciudad y del estado ha conseguido prevalecer.
Seattle: El origen del ‘efecto Amazon’
Más allá del negocio generado por las grandes compañías, su impacto económico afecta a las ciudades que las acogen.
En el caso de Seattle con Amazon, este año pasado tuvieron que mudarse fuera de la ciudad una media 46 personas al día según datos oficiales. La ciudad esmeralda, como se la conoce, es una las grandes capitales con un crecimiento más acelerado.
Con apenas un 3,7% de paro y una economía que no deja de crecer, Seatlle ha experimentado un rápido desarrollo en los últimos cinco años. En buena parte por los 45.000 trabajadores contratados por Amazon, algunos de ellos con sueldos cercanos a los 100.000 dólares anuales. Además de otros 53.000 empleos indirectos.
El impacto de tantos profesionales con alto poder adquisitivo ha provocado que el precio de la vivienda se haya duplicado también en los últimos cinco años. La multinacional de Jeff Bezos, que posee un patrimonio valorado en 150.000 millones de dólares, cuenta con su gran sede en el centro urbano de Seattle. Al contrario que Microsoft. Instalada en las afueras.
Amazon ha construido una treintena de edificios, además de un campus en el barrio de South Lake Union. Medida a la que el Ayuntamiento de Seattle respondió con un impuesto a las grandes empresas. Una tasa sobre aquellas multinacionales cuya facturación supera los 20 millones de dólares, para solucionar la desigualdad existente en la ciudad.
Los planes de Amazon en Nueva York
Los activistas no han parado hasta conseguir que Amazon ha abandonado su propósito de instalarse en Nueva York. La multinacional anunció en pasado mes de noviembre que tendría en Long Island (NY) la segunda sede de la compañía.
El centro neoyorquino, que debería dar trabajo a 25.000 trabajadores cualificados, ha sido finalmente desestimado. El gigante de la distribución ha explicado en un comunicado que este proyecto requiere de “la colaboración de las autoridades del estado y la ciudad, y su apoyo a largo plazo“. Una cooperación que no ha logrado encontrar.
Según Amazon, el 70% de la población de Nueva York estaba de acuerdo con sus planes. Aunque esto no ha sido suficiente, porque “políticos han dejado claro que se oponen a nuestra presencia y no trabajarán con nosotros“.
Nueva York, junto a Virginia, compartiría una gran inversión por valor de 5.000 millones de dólares. Proyecto que la ciudad de los rascacielos logró atraer ofreciendo una serie de incentivos fiscales a Amazon. Equivalentes a 3.000 millones de dólares.
A cambio, las autoridades neoyorquinas esperaban que la nueva sede impulsara todavía más su actividad económica local. Y generara muchos más ingresos fiscales.
¿Deja escapar Nueva York una oportunidad?
Finalmente, las iniciativas vecinales y representantes políticos han acabado ahuyentado a Amazon.
Sus reticencias a ofrecer incentivos fiscales a la multinacional venían acompañadas del temor al impacto de la empresa en la comunidad local. Alertando que el aterrizaje de Amazon traería consigo un incremento en los precios de los alquileres. Además del aumento del coste de la vida, y la saturación del transporte público.
“Las voces contrarias a la llegada de Amazon han acabado triunfando“, señala Luis Gualtieri. “Pero, ¿cuál será el coste real de la decisión?“, pregunta el CEO de la agencia inmobiliaria Oi Realtor.
“Su impacto en la ciudad donde se acabe instalando será tan grande que muchas otras no dudarán en ofrecerse para ocupar su lugar“.
“Desaprovechar una oportunidad así es remar en contra de la realidad“, finaliza. “Y no aprovechar la ocasión para sacar el máximo partido”.