Fuera de los circuitos turísticos de la ciudad, entre callejones y barrios alejados del centro, se esconden genuinos rincones de Barcelona. Lugares a menudo desconocidos, incluso para los propios vecinos de la ciudad.

Junto a muchos sitios conocidos, Barcelona conserva algunos rincones escondidos que también enamoran al visitante y a los propios barceloneses.

Ciudad cosmopolita, Barcelona también tiene ese punto de sencillez que hechiza y atrapa. Una sensación que empuja a explorarla y conocerla a través de nuevos rincones por los que pasear o en los que desconectar.

Son plazas, pasajes o claustros que pertenecen a otra época. Recorriéndolos podrás evocar otra ciudad que ya no existe, pero cuya esencia de pueblo ahora pertenece al barrio de una ciudad con historia.

En palabras del periodista Xavier Muniesa: “Las plazas tienen tantas vidas que se hace difícil entender Barcelona sin ellas […]. Todas, sin embargo, tienen su historia particular y su personalidad única”. ¡Aprovechemos para descubrirlas!

Tres plazas de Poblenou a Horta-Guinadó

En El Poblenou, la Plaça de Prim se caracteriza por sus casas antiguas que son herencia de su pasado marinero. Casas donde vivían pescadores, formando un sencillo pero encantador espacio con tres magníficos árboles, una fuente y el restaurante de cocina marinera Els Pescadors. Las calles tranquilas que rodean a la plaza son también de casas blancas y poca altura en un auténtico oasis barcelonés.

En el corazón de La Sagrera se encuentra una plazuela de finales del siglo XIX. Es la Plaça de Masadas, una de las escasas plazas porticadas de Barcelona. Este ágora acogió un mercado cubierto hasta hace poco menos un siglo. Y a principios de los noventa se reconvirtió en un mercado popular que el primer domingo de cada mes se abre como feria de juguetes antiguos.

En Horta-Guinardó, la calma de la Plaça de Santes Creus nada tiene que ver con la animada Plaça d’Eivissa. Este pequeño foro que data del siglo XVI formó parte del centro histórico del antiguo municipio de Horta, y en él se conserva una antigua masía del siglo XVII: Can Gras. A su capilla acudieron vecinos de todos los rincones, hasta la integración de Horta en la ciudad de Barcelona. Momento en el que la ciudad obsequió a la plaza con una Font de Canaletes.

Dos claustros de iglesia imprescindibles

El viejo Convent de Sant Agustí (C/ Comerç, 36) del siglo XIV es hoy un centro cívico abierto tanto al público como a la cultura. De la estructura original se ha preservado el claustro gótico y una parte del edificio. Su derribo en 1714 lo hizo pasar a ser un cuartel militar. Sin embargo, su posterior restauración lo convirtió en un centro cívico de inagotable actividad. El bar del convent y su encantadora terraza son ejemplo de su nuevo papel en el barrio del Born.

Una de los históricos edificios del Eixample Derecho es la Basílica de la Purissima Concepció (C/ Aragó, 299) . El templo se construyó originalmente en el siglo XIII en la Via Laietana, acogiendo a un monasterio de monjas. Pero las obras de reforma de la ciudad obligaron al traslado tanto de la iglesia como del claustro en el siglo XIX. Un cambio que ogligó a mover piedra a piedra el edificio para llevarlo donde está actualmente. Uno de los rincones de Barcelona que vale la pena descubrir es su claustro. Un patio del siglo XIV en dos pisos con galerías, además de un tranquilo jardín.

Un par de placetas de Sarrià

La Plaça de Sant Gaietà está en el barrio Sarrià y es una de las menos transitadas de la ciudad. Se llega a ella a través de la calle Pare Miquel de Sarrià y siguiendo una estrecha callejuela sin salida. Con un aspecto más parecido al de un patio de vecinos, esta pequeña plaza conserva un aire romántico y extremadamente tranquilo. No más de 10 vecinos rodean la plaza entre sillas, numerosas macetas y una hermosa buganvilla.

La Placeta del Roser también se encuentra en Sarrià, junto a la Iglesia de Sant Vicenç y frente a la Rectoría. Recogida y silenciosa , tiene una pequeña fuente que antiguamente servía agua al barrio del Roser y ahora inunda el lugar de romanticismo. Uno de los rincones de Barcelona donde los niños juegan, alejados del tráfico, y los mayores disfrutan de la sombra en los días de verano.

Antes de marchar, conviene observar Can Margenat. Un edificio con tres plantas de piedra y estilo gótico en uno de sus extremos. La que es probablemente una de las casas más antiguas de Sarrià.

El encanto de Barcelona vive más allá de las rutas turísticas y las principales atracciones. Está en sus pequeños y secretos rincones.

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